Los huesos a todos igualan

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Alejandro Magno se encontró un día con Diógenes, quien observaba unas osamentas que tenía delante.
–– “¿Qué haces?” –preguntó Alejandro.
–– “Estoy tratando de descubrir cuál es la diferencia que hay entre los huesos de su padre, el gran 
Felipe de Macedonia, y los de su esclavo… Son igualitos”.