Parábola del buen samaritano

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

-    El Señor percibía que los juristas y algún que otro fariseo se le acercaban para hacerle preguntas no muy bien intencionadas. El, adivinando sus pensamientos, les contestaba sin dudar lo más mínimo.

-    Maestro, ¿qué he de hacer para heredar la vida eterna?

-   ¿Qué está escrito en la Ley?

Replicó:- Amarás al Señor tu Dios de todo corazón, con toda el alma, con toda la mente, y el prójimo como a ti mismo.  El Maestro le dijo: Has respondido bien: hazlo y vivirás. Quería, sin embargo, justificarse y le preguntó al Maestro:

- ¿Quién es mi prójimo?

-    Mira: un hombre tropezó con unos bandoleros. Le robaron y le dejaron mal herido. Pasó un levita ( sacristán)  y un sacerdote del Templo. No le hicieron nada. Para ellos estaba prohibido asistir a alguien extranjero y manchado de sangre. Pasó un Samaritano, un hombre sin fe pero de corazón. Lo cogió, le curó las heridas y lo dejó en un hotel. Le pagó la cuenta de dos días.

-    Este es el prójimo. ¿Te enteras? – No la ley. 

-   ¿Cómo tratas al prójimo?   

ORACIÓN DEL  DISCÍPULO: Maestro, en la vida hay muchos samaritanos que hacen el bien a los  necesitados: drogadictos, emigrantes, presos, heridos en guerras injustas, gente sin hogar por causa de alteraciones de la naturaleza. Ayudan a fondo perdido. Las ONG prestan un servicio estupendo. Son un cauce  para  el voluntariado joven. Aumenta, Maestro, los Samaritanos.

PRECES

-    Por la juventud: para que se entregue a ser miembro de ONG o al servicio del Evangelio, roguemos al Señor

-   Añade tus intenciones 

Señor, hoy felicitamos a los buenos Samaritanos que tenemos al lado y te decimos: Padrenuestro